jueves, 27 de enero de 2011

¿Sin-derechos?

El Mundo informa hoy en su sección de Cultura que el último disco de Sergio Dalma es el único que vende 100 mil copias  por delante de nuevos discos como los de Alejandro Sanz, Dani Martín o Justin Bieber según Promusicae.

Según indica Promusicae, los españoles se han gastado en las tiendas casi 166,5 millones de euros.Si en el resto de occidente se venden tres o cuatro discos por habitante cada año, en España la media no supera el álbum.

Relacionando el asunto con el tema tan debatido como la Ley Sinde, para el presidente de Promusicae, según afirma el diario citado, constituye un primer paso en buena dirección.

Cuando saco como tema de conversación la Ley Sinde la principal postura que se aprecia es la de'que pongan los discos más baratos'.
Será mi posición respecto a la música lo que hace que en gran parte apoye esta medida; me explico.
El esfuerzo y coste que supone componer, grabar y hacer que llegue a las tiendas de discos un trabajo musical es enorme. Sí que es verdad que los discos musicales están caros (y las películas, otro tema aparte del que hoy no voy a hablar), pero un alto porcentaje de esos beneficios se lo llevan los representantes y los artistas necesitan vender muchos para notar el beneficio.
El que no nos parezca bien esta medida porque pueda perjudicar a nuestras descargas ilegales no significa que carezca de argumentos. A mi parecer, son bastante lógicos.

La principal defensa es que "nos están quitando la libertad". ¿Libertad de qué? ¿De que apoyes a un artista, descargues sus temas ilegalmente y no quieras contribuir a que siga produciendo música?
Lo que más se puede ver hoy en día en lo referido a compras de discos es que la gente sólo adquiere los CD's de sus cantantes favoritos, y a través de las descargas ilegales siguen a otros artistas creando sus discos de música variada.
A estos "consumidores musicales" se les olvida que hay sitios como Spotify en los que se puede escuchar y crear listas de reproducción de música de manera legal, así puedes conocer a los artistas que quieras y disfrutar de sus temas. Esta medida no significa que te vayan a privar de escuchar la música que prefieras, aunque sí el hecho de que no puedas tenerla de cualquier manera. Pero aún así pedimos que siga la ilegalidad por beneficio nuestro y de nuestro bolsillo.

Cuando se cierre el ciclo de la Ley Sinde, si llega a hacerse definitivamente, veo que retomaremos las antiguas cintas de cassette, en las que esperabamos los "temazos del momento" para darle al rec y poder guardar las canciones para que los viajes y las tardes en casa se hicieran menos largas. Qué tiempos aquellos



viernes, 21 de enero de 2011

Concursos de... ¿talentos?

No es la primera vez que soy protagonista en primera persona de la manera en la que se manipula la música.

Tras cuatro años de buscar una salida en la música a nivel local y nacional, de ver que el que más se reconoce no suele corresponder al que mejor lo hace, y que las amistades son las que mandan, esta vez la gota ha colmado el vaso.

Por primera vez asisto a un plató de televisión, veo los resultados, y con ello intento no desmotivarme; una tarea difícil.

Cuando en los concursos de talentos tienen una categoría denominada "canción femenina", ¿qué es lo que buscan?
¿Baile de verbena? ¿Feeling con el público? ¿Voces formadas y sólidas?
Sorprende que lo que se debe valorar que es la capacidad vocal, la entonación, la afinación y modulación se olvide cuando alguien es "la hermana de menganito", "la hija de fulanito".

La valoración del jurado iba de la mano de cantantes como Oché Cortés o Alberto Comesaña (Amistades Peligrosas). Sin embargo parece que éste último ha perdido el sentido por el gusto y la implicación que requiere una buena afinación y una buena actuación, más allá de una puesta en escena.
¿Música o espectáculo? Espectáculo, al menos esta vez, en la que un baile propio de verbena de pueblo con una voz desafinada vence en puntos a una puesta en escena delicada, que emociona y con una afinación, según afirma Cortés, perfecta. Otra vez más, un concurso de talentos demuestra lo poco que valora las buenas voces cuando hay amigos encima de un escenario.

Por suerte, a pesar de las escenas de preferencia hacia una de las concursantes que se apreció en plató y que quedó en segundo lugar con dos puntos, ganó la que debía ganar. Una voz fina, modulada (aunque con los errores propios de un directo en el que influyen los nervios), con una puesta en escena muy mejorable como le dijo el jurado, pero apreciando el talento que es lo que cuenta. Y al menos, dentro del enfado, me alegro mucho de que esta chica haya ganado aunque sólo por un punto, a una confiada concursante con muchos padrinos.

Y me vuelto a quedar ahí, en el escalón intermedio entre la buena voz y buenos enchufes, entre las mejores valoraciones y el menor número de votos. Entre el cariño del público, los alagos, y el enfado de todos aquellos que se dan cuenta que todo esto es un escaparate, que todo está decidido.

Pero se me queda grabada la escena en la que el animador del público sólo hace aplaudir en medio de las dos actuaciones más votadas, y cuando un miembro del jurado reconoce sin tener cuidado de quién le escucha, que estaba claro quién iba a ganar si no hubiera sido por una fuerte competencia. 

Eh, pero eso sí... No está elegido de antelación, ni hay enchufes y, por supuesto, es muy justo.


¿Música o espectáculo?

Retomo la andada blogguera, pero esta vez para establecer diferencias entre lo que vemos... y lo que en realidad sucede. Me refiero a la música, aunque esa descripción podría aplicarse a multitud de aspectos.

Las grandes cadenas de música nos bombardéan con música extranjera, y la música española cada vez va más en declive.
En uno tiempo en el que la industria discográfica no sabe a qué agarrarse para ganar dinero, son muy pocos los que triunfan y salen beneficiados de las descargas ilegales de Internet; pero eso no implica, ni mucho menos, que su voz en directo respete la calidad de un disco.

Mi meta con este proyecto es intentar hacer críticas constructivas sobre lo que está pasando en el panorama musical español, aunque habrá tiempo para todo: para analizar concursos de talentos, para hablar de formación de orquestas...

E independientemente de las críticas o alagos que se hagan lo importante es que la música siga viva